Debido al gran éxito de crítica y público de este blog, cada vez más gente me dice que quiere salir en él. Cómo si fuera tan fácil. Para ser un personaje literario hay que valer, como para casi todo en esta vida, y se necesita cierto empaque. Jamás he conocido a nadie con mayor determinación para ello que Margherita. Margherita, que no significa pizza o cóctel sino perla o piedra preciosa, como ella misma me explicó nada más conocerla, es una joven profesora de Literatura Hispanoamericana de la Universidad Ca’ Foscari de Venecia. Además de eso, forma parte de un grupo de teatro que, en estos momentos, se dedica a la commedia dell’arte, lo que me resulta realmente fascinante. Pero nada de esto es suficiente para Margherita. Ella lo que de verdad quiere es ser un personaje literario. Dice que es algo que ha tenido claro desde pequeñita y que, una vez, una amiga suya la convirtió en protagonista de un cuento que luego ganó un concurso. No me extraña.
Todo esto lo contó Margherita al conocer a la escritora Eugenia Rico con la que yo había quedado para presentarle también a Valle y Albert, dos colegas más del Departamento de Iberísitica, y cenar en un restaurante en el que preparan los mejores Spaghetti alla Pescatora que he probado en mi vida. Eugenia, por supuesto, no se pudo resistir y le dijo que sí, que claro que la iba a convertir en un personaje de su próxima novela. Mientras, los demás contemplábamos la escena con arrobo, conscientes de nuestra fortuna por ser testigos de semejante situación unamuniana. Y todo esto con Spritz en el cuerpo, que aumenta esa sensación que te da Venecia de estar flotando, como si todo en esta vida, incluida una misma, fuera ligero. Margherita se tuvo que ir a ensayar pero, antes de eso, se fundió en un emocionado abrazo con Eugenia pues no sucede todos los días eso de que personaje y autora se encuentren. Y en el aire, suspendida, quedó una cierta nostalgia.
Echo de menos Venecia, como echo de menos a Eugenia y a todas esas personas que me trataron tan bien cuando estuve allí. Imagino que para eso bebo Spritz, no para olvidar sino, precisamente, para recordar esa adorada ciudad que es, a su vez, un personaje literario. Como Margherita.
Todavía no te he dicho que te leo por aquí también, que me gusta mucho y que te felicito! Gran entrada esta, gran párrafo final...
ResponderEliminarPor cierto, mi novio actúa también en una compañía de Commedia dell'Arte y tienen bolo el 10 de junio cerquita de tu casa, en el Teatre del Raval. Yo me escaparé para verle, así que espero verte por allí!
Crístian, qué alegría más grande que me sigas y que te guste mi blog. Muchísimas gracias. Por supuesto que quiero ir de tu brazo a ver esa representación de la Commedia dell'Arte, que me fascina, y luego nos vamos a beber Sprit para celebrarlo.
ResponderEliminar¡Lo que daría por haberlo visto! Aunque, bien pensado; sería difícil que la realidad superase el estupendo relato que haces. Muy bueno.
ResponderEliminarMuchas gracias, Rafael, qué comentario tan bonito. La realidad fue mágica, como todos mis encuentros con nuestra querida Eugenia.
ResponderEliminarEstoy deseando saber más de Margherita. Espero que Eugenia la convierta en personaje de un relato romántico enmarcado en la ciudad de los canales. Y espero también que le haga protagonista del mismo. Que los secundarios tienen muy buena prensa pero, a mí que no me digan!!
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, que a mí lo de la buena prensa de los secundarios me suena a como cuando dicen de alguien que es una bellísima persona.
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