sábado, 31 de marzo de 2012

Desinformación

Un amigo alemán me preguntó ayer sobre el seguimiento de la huelga y yo le dije que, desgraciadamente, no tenía ni idea. Según quien informe, el 29M fue un auténtico éxito o un rotundo fracaso. El baile de cifras es tal que, según el Gobierno las manifestaciones sacaron en toda España a unas 800.000 personas a la calle mientras que los sindicatos o The Guardian afirman que esa esa cifra es inferior al número de personas que se manifestaron tan solo en Madrid.


 Por otra parte, nos dicen que el descenso de energía fue tan solo de un 16% sobre lo previsto a la vez que se asegura que hay polígonos industriales prácticamente detenidos. Después ya está el tema de las mentiras fácilmente contrastables pues mientras que María Cristina Díaz Márquez, Directora General de Política Interior, leía que el único Corte Inglés que no se había abierto con normalidad era el de Pamplona, bastaba pasearse por Plaza Cataluña para comprobar que aquel estaba también cerrado y custodiado por las fuerzas de seguridad. Que esa es otra. Es un escándalo la gran cantidad de personas de bien que acuden pacíficamente a las manifestaciones y acaban siendo víctimas de los Mossos d'Esquadra con ataques totalmente injustificados en una democracia como lanzamientos de pelotas de goma o gases lacrimógenos. Y ni una palabra jamás en los medios de comunicación.
A partir de todo esto, pensaba, el seguimiento de la huelga general del 29M puede ser el que cada uno deseé según sus creencias. Que te apetece pensar que fue un fracaso, pues te informas en unos medios de comunicación determinados y la mar de bien. Que quieres que sea un éxito, pues lo mismo. Para gustos, los colores.



lunes, 19 de marzo de 2012

Razones para la huelga

Pese a la poca confianza que pueden despertar los sindicatos o lo difícil que resulta para la mayoría asumir el coste que significa la brutal reducción de sueldo por no ir un día a trabajar, la realidad es que motivos para la huelga no faltan ya que la reforma laboral que pretende implantar el PP supone un brutal retroceso en nuestros derechos. Veamos algunos ejemplos:

- la indemnización por despido improcedente pasa de 45 a 33 días.
- nueve días de ausencia, aunque sean justificados con una baja médica, pueden ser motivo de despido,
- puede haber despidos después de tres trimestres consecutivos con disminución de ventas, lo cual no significa pérdidas sino vender menos,
- es posible bajar el sueldo de forma unilateral tan solo con alegar pérdidas en la competitividad,
- se puede hacer un ERE sin ninguna autorización previa de la Administración,
- se suprimen los incentivos por reincorporación de la mujer tras la baja de maternidad.

Cuesta entender cuál de estos cambios va a servir para crear trabajo pero lo que es evidente que, una vez perdidos esto derechos, será muy difícil volver a adquirirlos, siga la crisis o no. Cabe recordar que estos derechos no cayeron del cielo sino que son el fruto de la lucha de muchas personas en momentos más duros que el actual. Y quien se va a llevar la peor parte va a ser, sin duda, la juventud, ya que lo único que se les va a ofrecer es trabajo precario. Se puede pensar que una huelga no cambia nada, pero es evidente que una huelga masiva si que puede ser útil y, si no, ¿por qué Rosell está intentando acabar con el derecho a huelga?

Dejo aquí este documento que explica algunos de los aspectos más llamativos de la reforma laboral que aún estamos a tiempo de parar.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Los mundos de Eugenia

Siempre me alegra mucho ver a Eugenia Rico. Y es que, desde que las casualidades me llevaron a ella, siempre nos encontramos es espacios mágicos,  que muchas veces parecen situarse fuera del tiempo. Es lo que llamamos "el mundo Eugenia". El Hotel Palace de Barcelona, el Hotel Danieli de Venecia o los Spritz compartidos en esa ciudad, los recuerdos de las calles de Berlín... y ahora también mi Rubí natal. Ayer, Eugenia vino a charlar con las integrantes del Club de Lectura "Veus de dona", creado por Gracia Pérez, otra escritora a la que también me une una cadena de casualidades. La charla giró, principalmente, sobre Aunque seamos malditas, novela que ha cosechado un gran éxito en países como Alemania o Estados Unidos. Ha aparecido en medios tan prestigiosos como Der Spiegel o Deutschland Kultur Radio han dicho que ella que es la gran escritora del siglo XXI y en ambos países la crítica y las ventas han sido más que favorables. Las lectoras compartieron sus interpretaciones de la obra y le plantearon cuestiones a la autora que, además, leyó un fragmento que llenó el ambiente de emoción.
Acudió también a la tertulia Juan Casamayor, el editor El fin de la raza blanca, el primer libro de cuentos de una autora que lleva escribiendo cuentos desde que tenía 11 años y que supone una nueva oportunidad de adentrarse en los mundos de Eugenia.

sábado, 10 de marzo de 2012

¿Qué fue de Winona Ryder?

Vuelvo a ver Reality Bites, la icónica película de mediados de los 90. Esta empieza con el discurso de graduación de la protagonista, en el que arremete sobre la generación anterior que, tras revolucionar el mundo, se haya cómodamente instalada en el consumismo y, además, se permite criticar a unos jóvenes que no están dispuestos a vender su libertad por jornadas de trabajo interminables para comprar y comprar. La respuesta, nos dice, es fácil y, después de varios titubeos, reconoce que ella no sabe la respuesta. Y he aquí la característica de la que pasó a llamarse Generación X, la incógnita, el no saber. En este film vemos otros cambios generacionales como, por ejemplo, el hecho de que la mirada tras la cámara sea femenina ya que Lelaina, encarnada por Winona Ryder, se encarga de grabar en vídeo la vida de sus amigos, eso jóvenes sin ningún modelo válido para imitar. También, el mismo hecho de que muchas de las imágenes sean, precisamente, a través de esa cámara de vídeo anticipa la importancia que empezaba a cobrar la tecnología y los cambios en el concepto de la intimidad que explosionaron con el cambio de milenio. Por otra parte, los temas sobre los que giran sus conversaciones, la falta de expectativas de encontrar un buen trabajo tras salir de la universidad, la homosexualidad o el SIDA tienen que ver con el sentir de la época y aún siguen vigentes en la actualidad.
Miro a Winona Ryder, convertida en musa de los 90, tan menudita ella, frente a las mujeres siliconadas de finales de los 80. Los chicos la encontraban irresistible y las chicas pensábamos que no podía ser más mona, con sus ligeros vestidos de pequeños estampados, tan parecidos a los que nosotras mismas teníamos en nuestros armario. El mismo año que se estrenó esta película murió Kurt Cobain, otro de los iconos de los 90 que con Nirvana se convirtió en la banda sonora de esa década. Y, bueno, Winona fue detenida por tener la mano demasiado larga así que los mitos nos duraron bastante poquito pero, mientras duraron, teníamos la ilusión de que nos podíamos poner a bailar con nuestros amigos en el supermercado de cualquier gasolinera.


miércoles, 7 de marzo de 2012

8 de marzo

El año pasado, por estas fechas, yo estaba en Venecia, invitada por la Università Ca' Foscari y, tal día como hoy, las calles se empezaron a inundar de mimosas, que es la flor que se regala el día de la Mujer. Sumar a la ciudad más bella del mundo la alegría y el aroma de las mimosas es hacer explosionar todos los sentidos a un tiempo. Y es que, además, por todas partes vendían caramelos de mimosa y caminar por Venecia es siempre sentirse arrullada por el sonido del agua. Luego, al caer la tarde, el Spritz acababa por dejar suspendida mi razón para caer irremediablemente en los brazos de la ciudad.
En el día de la mujer podría hablar de las discriminaciones, de todo lo que nos queda por conseguir -basta recordar la airada respuesta de ciertos miembros de la RAE ante la visibilización de la mujer en la lengua o la violencia estructural que, según Gallardón, supone el aborto-, de como los derechos de la mujeres son cada día pisoteados en diferentes lugares del mundo... pero prefiero brindar un ramito de mimosas a todas mis lectoras. Va por vosotras.

sábado, 3 de marzo de 2012

En portada


El jueves 1 de marzo, Barcelona protagonizó varias portadas por los incidentes del día anterior. Por una parte, tenemos las delirantes portadas de los periódicos nacionales ABC y La Razón que, con su imaginaria ciudad en llamas cuya mecha, decían, había sido encendida el PSOE, acabaron convirtiéndose en Trending Topic y protagonizando todo tipo de chascarrillos. Por otra, la de uno de los diarios más prestigiosos del mundo, el New York Times. Y la pregunta es ¿por qué tanto interés? Vayamos a las cifras. El 29 de febrero hubo 12 detenidos y 8 heridos, 7 de ellos Mossos d'Esquadra -yo conozco dos heridos pero, por alguna extraña razón, no han entrado en la nómina- frente a los 132 heridos y 84 heridos de la celebración de la Champion el 27 de mayo de 2011. Se ha hecho mucho hincapié también en el gasto que suponen los desperfectos en el mobiliario urbano, unos 12.000 euros, aproximadamente. En la ciudad de Bilbao gastan una media de 4.200 euros diarios en la reparación de actos vandálicos y en la ya citada celebración de la Champion el gasto ascendió a 608.682 euros, es decir, unas cincuenta veces más.
Por otra parte, desde la misma Generalidad se afirmó, desde el primer momento, que los disturbios fueron ocasionados por personas que nada tenían que ver con la manifestación, que se trata de un grupúsculo organizado y que siempre son los mismo. Si es así, ¿por qué no hay dimisiones? No entiendo que una ciudad se pueda permitir un grupo permanente de reventadores oficiales de manifestaciones. Si las cámaras los pudieron grabar y fotografiar cómodamente, si incluso un joven se interpuso para evitar más acciones violentas, ¿cómo es posible que los Mossos no sean capaces de detenerlos? Porque, de los 12 detenidos, 11 salieron libres de cargos ese mismo día, lo que hace suponer que no eran ninguno de estos delincuentes.
Y, finalmente, si este grupo reducido fue el que organizó los disturbios ¿por qué cargaron contra personas inocentes? ¿Qué pasa con los heridos? ¿Es esto tolerable en una democracia?