lunes, 29 de julio de 2013

Respeto

Una de las cosas que distingue a los seres humanos del resto de los animales es la ritualización de la muerte.
Cualquiera que haya perdido a un ser querido puede entender del porqué de esta necesidad: es tal el dolor, es tan devastadora la idea de no volver a ver a esa persona que se necesita de algún tipo de rito para iniciar el penoso duelo. No hay consuelo de ningún tipo para algo así, pero se agradecen cada una de las muestras de apoyos y, por supuesto, lo mínimo que se presupone ante una persona que está sufriendo tal trances es respeto. De hecho, el respeto a los muertos y a sus allegados está presente en todas las culturas.
Pues bien, es tal el odio que anida en ciertas personas, tan desmesurada e irracional su hispanofobia, que hoy hemos tenido que soportar que el periódico El Punt-Avui publique una nauseabunda viñeta "humorística" (?) en la que aprovecha la tragedia sucedida en Santiago de Compostela para arremeter contra la "Marca España". ¿Cómo se puede concebir algo tan mezquino? Pues bien, un tal JAP se ha sentado a su mesa de dibujo, ha mandado su obra al periódico y alguien la ha maquetado y, finalmente, se ha hecho pública. Supongo que, además, alguien le habrá dado su visto bueno. No estamos entonces ante un arrebato rabioso -que tampoco sería justificable- sino ante un producto elaborado que ha pasado por varias manos antes de ver la luz. Por si todo esto fuera poco, dicho periódico recibe unos 700.000 euros de subvenciones públicas por distintos conceptos. (230.000  para la sección "Cataluña quiere vivir en libertad"; 303.750 para las cabeceras de ambos periódicos y 160.725  por campañas institucionales del ejecutivo de Mas). A mí, personalmente, se me revuelven las tripas pensando que el sueldo de esta personas se sufraga con mis impuestos y, mucho peor aun, con los impuestos de los familiares de las personas ultrajadas. Supongo que ante esto la única opción que nos queda a las personas decentes es sentir lástima por estas personas que viven con tanto odio en su interior, debe de ser horrible vivir así.

martes, 23 de julio de 2013

En la máquina del tiempo

La mayoría absoluta del PP en el Gobierno de España nos ha permitido ver su cara más ultaconservadora, homófoba y misógina porque, desde luego, no se me ocurren otros adjetivos -bueno, sí que se me ocurren pero no los escribo por elegancia- para clasificar las medidas que tienen que ver con la reproducción.
Empezamos por la reforma de la Ley Orgánica 2/2010 de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo. Dicha ley, vigente desde 2010 es una ley de plazos, es decir, despenaliza la práctica de la interrupción del embarazo durante las catorce primeras semanas de gestación, o dicho de otro modo, deja total libertad a la mujer para decidir si quiere abortar o no. He escuchado a veces hablar con gran frivolidad sobre el tema del aborto, como si fuera un método anticonceptivo más, aunque no se necesita ser especialmente sensible ni empático para entender que es una de las decisiones más duras y difíciles ante las que se puede encontrar una mujer. Si comparamos la tasa de interrupciones del embarazo de 2009 (11,49) con la de 2011 (12,44) podemos observar que no es ni un punto superior, lo que nos lleva a la conclusión que esta nueva ley no supuso una barra libre del aborto y, sin duda, facilitó mucho la vida a las mujeres que decidieron hacer uso de ella. Así las cosas, ¿qué necesidad había de cambiarla más allá de algún aspecto especialmente polémico como la posibilidad de abortar con 16 años sin consentimiento paterno o materno? Pues bien, el Ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón se erigió en paladín de la libertad de las mujeres -chúpate esa- al proponer una ley que nos retrotraería a principios de los 80. Es tal el retroceso que ni tan siquiera encuentra apoyo unánime dentro de su partido y, mucho menos, entre sus votantes. 
Por otra parte, la crisis es una excusa estupenda para justificar los desmanes político y esto lo podemos ver claramente en otra medida del Gobierno del PP como la siguiente: a partir del 1 de agosto, Sanidad dejará de financiar ocho píldoras de nueva generación, es decir, las menos dañinas para la salud de la mujer. Si realmente hay que recortar por alguna parte, ¿no sería más lógico dejar de financiar aquellas que tienen más efectos secundarios? Es obvio que una medida así solo puede nacer de la aversión a la libertad de la mujer para legislar sobre su propia sexualidad. ¿Quieres tener relaciones sexuales sin fines reproductivos? Pues a pagar más dinero si puedes permitírtelo o a pagar con tu salud si eres pobre. Machismo y clasismo a partes iguales. Asco absoluto. 
Tampoco tiene justificación alguna, más allá de la ideológica, el nuevo proyecto del Ministerio dirigido por Ana Mato: excluir del acceso público a las técnicas de reproducción asistida a lesbianas y mujeres solas. O sea, que si tienes un hombre a tu lado, está bien que puedas beneficiarte de las ayudas para reproducirte y si no, no. Hay pequeños detalles que no parecen tener en cuenta, como que esa relación se puede romper durante el embarazo o después de este pero vamos, no importa, si eres una mujer de bien, como aquella "mujer mujer" que gustaba a Aznar o esa otra cuya mayor misión en la vida es traer hijos al mundo, según Gallardón (siempre y cuando no seas lesbiana, deduzco), ya te encargarás de buscar a un hombre rápidamente. No he tenido acceso al argumentario para justificar semejante barbaridad, pero de verdad que me muero de curiosidad y, muy especialmente, por saber cómo lo justifican Alicia Sánchez-Camacho y Mª Dolores de Cospedal. 
Parece, en fin, que a los dirigentes del PP les encantaría inventar una máquina del tiempo y volver a aquello de "señor no es por vicio ni por fornicio sino para dar un hijo en tu servicio". Están en ello, desde luego, pero no creo que la sociedad se deje y ayer mismo hubo un escrache feminista ante la Sede del Ministerio de Sanidad en el que participaron FEMEN, grupos de lesbianas, asociaciones de izquierda o15M entre otros. Y es que así las cosas, no nos dejan otra opción que echarnos a las calles.

miércoles, 17 de julio de 2013

La niña de mis ojos

Vivimos en un Estado de derecho. Pagamos impuestos para tener unos servicios públicos universales, entre ellos, unos cuerpos de fuerza y seguridad que tienen como principal misión defendernos. O no. El 14 de noviembre de 2012 hubo una huelga general contra los recortes sociales y en una de las manifestaciones en Barcelona, Ester Quintana perdió un ojo. Esta mujer de 42 años que se define a sí misma como pacífica y  poco valiente, afirmó desde el primer momento que ella nunca se metería en una zona en la que hubiera provocaciones. En la confluencia de Paseo de Gracia y Gran Vía, lugar en el que se encontraba, gente que daba por acabada la manifestación se estaba ya despidiendo cuando los  Mossos d'Esquadra los rodearon y los manifestantes empezaron a correr. Ella intentaba no perderse de su grupo de amigos cuando recibió un fuente impacto en la cara. Se llevó la mano al rostro y se dio cuenta de que había perdido un ojo. Bueno, no lo había perdido, se lo habían arrebatado. Ante un hecho tan terrible, una se imagina que los responsables políticos harían todo lo posible por mitigar el dolor de la víctima e intentar reparar un hecho absolutamente inadmisible en una democracia. En lugar de eso, nadie de la Administración  catalana se interesó por ella y, además, el entonces consejero de Interior Felip Puig afirmó  primero que en la zona en la que sucedió el accidente no había actividad policial y luego que sí pero que no hubo ninguna carga policial ni se dispararon pelotas de goma e, incluso, en un alarde de insultante cinismo llegó a insinuar que los responsables podían ser los mismos manifestantes. Bien, aun en un acto de confianza ciega podríamos pensar que Puig estaba en lo cierto pero, ¿por qué no se abrió inmediatamente una investigación para encontrar al responsable? Quitarle el ojo a alguien es un delito que, como cualquier otro delito, debe ser investigado por la policía (en este caso, por los Mossos, la policía autonómica catalana). 

Quintana ha relatado siempre los hechos de manera idéntica y creo que cualquier persona que vea el estremecedor vídeo que grabó dos semanas después no duda de dice la verdad. Sin embargo, desde aquella primera comparecencia de Puig, las informaciones han ido variando con demasiada frecuencia. A principios de abril, por ejemplo, declararon los dos mossos imputados por los hechos y cayeron en múltiples contradicciones con respecto a los lugares y las horas. Además, dijeron que en aquella zona había muchos disturbios y lanzamientos de objetos aunque los vídeos aportados por la ciudadanía demostraban lo contrario: nadie había lanzado nada más allá de las pelotas disparadas por ellos. De hecho, dos médicos forenses confirmaron la versión de la víctima.
La consejería de Interior de Cataluña, con Ramon Espadaler al frente, vuelve a un nuevo "donde dije digo digo Diego" y ahora resulta que sí había una furgoneta de la policía autonómica en el lugar de los hecho, dato que habían ocultado los mismos que se encargan de la investigación por lo que Ester Quintana dice que desconfía de Interior y pide que sea otra entidad la que investigue lo sucedido. Y es que esta mujer, protagonista involuntaria de toda esta historia, ha dado muestras de una fortaleza y una integridad admirables y desde ese fatídico día está luchando por demostrar su verdad y para lograr que ella sea la última víctima de las pelotas de goma. Sin lugar a dudas, merece un apoyo unánime y que los responsables, todos los responsable, acaben pagando por ello.

sábado, 13 de julio de 2013

¿Derecho a decidir qué?

Hace una semana escribí una entrada que tenía como tema principal, tal y como sugería el título, los insultos
que cualquiera se expone a recibir si cuestiona según que temas en Cataluña así como criticar la lista de adhesiones que había anunciado Artur Mas. El texto se difundió rápidamente y pronto empecé a recibir comentarios hasta el punto que ya hay más de una cincuentena. Lo curioso del caso es que ninguno de ellos versa sobre el tema del que yo quería tratar sino sobre lo que afirmaba en la introducción con respecto a la gramaticalidad del sintagma "derecho a decidir". Algunas de las aportaciones son insultos contra mi persona -lo que sirve para ilustrar la tesis del artículo- y otros me atribuyen cosas que yo en ningún momento he dicho, como que estoy en contra de los referendos y, por extensión, de los Derechos Humanos (?), lo que hace pensar que, quizá, esas personas nunca pasaron del primer párrafo. También es posible que yo despachara el asunto que excesiva ligereza pero, insisto, se trataba tan solo de un elemento introductorio y no del eje principal. En todo caso, visto el interés que suscita, creo conveniente intentar explicar mejor mi opinión al respecto.
Decía en la anterior entrada que "decidir" es un verbo transitivo por lo que necesita obligatoriamente de un objeto directo para que su significado sea completo y, en este caso, no aparece por ninguna parte. La sintaxis es equivalente en todas las lenguas, es decir, que lo que es un sujeto en catalán lo es en lituano y lo que es un complemento indirecto o dativo en sánscrito también lo es en inglés ya que, salvo en contadas ocasiones, la naturaleza de un verbo es idéntica en todas las lenguas. En el caso del catalán y del español se puede argumentar que se trata de un uso absoluto del verbo "decidir" -por eso algunos lingüistas prefieren hablar de construcciones transitivas que de verbos transitivos- como el que encontramos en oraciones como "tú siempre decides" pero, en este caso, resulta importante identificar el complemento directo porque no es tan evidente como se nos quiere hacer creer. Por ello, mi primera cuestión es cómo se ha traducido esta construcción en las lenguas más habladas de nuestro entorno. Busco en google.co.uk "right to decide" y veo que tan solo aparece en tres medios internacionales -el resto son textos generados por instituciones u organismos catalanes-, uno de Escocia, otro de un partido verde australiano y un tercero, International Journal of Socialist Renewal. En los tres casos, añaden a la construcción el imprescindible complemento directo, "its future" en el primero y "future" en los otros dos.
Veamos qué pasa con el francés, lengua tan cercana al catalán y al español. Le pregunto a Henry Laguérie, periodista galo afincado en Barcelona cómo se traduce en los medios de su país el "dret a decidir" y su respuesta es: "No hay traducción exacta. Igual sería "le droit d'autodetermination". Me decido a buscar entonces la traducción literal, es decir, "droit de décider" y, como en el caso anterior, las apariciones son mínimas. En este caso aparece en un periódico católico francés, Le Croix, que en una entrada del 25 de noviembre de 2012 lleva el concepto en su titular pero, eso sí, convenientemente entrecomillado y con la apostilla "des Catalans". También aparece en Le Journal de Montreal, esta vez sin comillas y en la sección de opinión.
Finalmente, decido averiguar cómo se traduce en Alemania y para ello le pregunto al periodista germano Lukas Grasberger que me responde: "El <<derecho a decidir>> no existe. Existe el <<derecho de autodeterminación>>, una cosa legalmente clara, que se entiende. Supongo que han elegido a propósito una expresión poco clara para evadir las consecuencias. Con esta media frase del <<derecho a decidir>>, gramaticalmente, cada uno en Alemania se preguntaría: <<¿decidir qué?>>. Otra vez el complemento directo. Qué tozuda es la naturaleza verbal.
Obviamente, coincido con la opinión de Grasberger. Tener derechos es muy bonito y a todos nos gusta decidir así que, ¿quién va a renunciar a semejante privilegio? Pero claro, al no concretar a qué se refiere, aquí cada uno puede entender lo que más le plazca. Mientras muchos sobreentienden que lo que se va a decidir es si Cataluña se independiza o no, Núria de Gispert, presidenta de el Parlamento de Cataluña, afirmaba la semana pasada que las preguntas podían ser múltiples: "¿Quiere usted el concierto? ¿Quiere usted que nunca nadie más entre en nuestras competencias? ¿Quiere usted tener voz propia en Europa? ¿Quiere la independencia de Cataluña? ¿Quiere un estado propio?" Resulta cuanto menos curioso que todas las preguntas tengan que ver con el exterior y no haya ni tan solo una relacionada con la política propiamente catalana. ¿Será que sobre eso no tenemos derecho a decidir?

NOTA: Este artículo se publicó el 13 de julio de 2013. En aquel momento, pocas personas cuestionaban la legimitidad -y mucho menos la gramaticalidad- del "derecho a decidir". Sin embargo, a partir de septiembre, empezaron a surgir voces, algunas de gran renombre, en esa línea -que enlazo a continuación en orden cronológico- como Javier CercasMario Vargas LlosaÁlex Grijelmo que coincide plenamente con la argumentación e incluso el título de esta entrada, Felipe GonzálezJoaquim CollAntonio Zarzalejo y Francisco Morente. El colmo de la desvergüenza la encontramos en las declaraciones que realizó Agustí Colomines de CiU realizó en un programa de televisión diciendo, literalmente que "el derecho a decidir es una chorrada que nos inventamos". Como se puede comprobar en el vídeo, sus compañeros de tertulia, entre los que se contaba Carme Forcadell, aplaudieron la ocurrencia.
Finalmente, yo misma amplié el tema añadiendo consideraciones jurídicas en este artículo en Crónica Global.

sábado, 6 de julio de 2013

Los enemigos de Cataluña

Durante una época de mi vida frecuenté bastante con calés y me hacía gracia una expresión que solían
repetir: ser un buen gitano. Me resultaba divertido porque es obvio que alguien puede pertenecer o no a esta etnia y, a partir de ahí, ser un buen o un mal ciudadano o, desde una visión más subjetiva, ser una buena o una mala persona pero difícilmente se puede ser un buen gitano o un buen esquimal. Pues bien, de un tiempo a esta parte veo con estupor como se reparten carnés de buenos y malos catalanes a discreción. Y buen catalán no es aquel, como una podría pensar desde un punto de vista racional, que paga sus impuestos, tiene un comportamiento cívico y cumple las leyes. No, para los dueños de la máquina de hacer carnés los buenos catalanes son aquellos que muestran una adhesión inquebrantable a ese misterioso sintagma nominal que es el "derecho a decidir". Decidir es un verbo transitivo y, como tal, necesita obligatoriamente de un objeto directo para que su significado sea completo así que esta construcción carece de sentido al no aparecer dicho complemento -aunque se podría argumentar que es un uso absoluto del verbo-, pero esto parece no tener ninguna importancia y la frase se repite como si no hubiera un mañana. Malos tiempos no ya para la lírica sino incluso para la prosaica sintaxis.
Así, del clásico "facha", que ha caído bastante en desuso en las últimas temporadas, hemos pasado a un repertorio de descalificaciones que van desde el entrañable "botifler" hasta inadaptados, colonos (?) y mi preferida: "tienes autoodio". Esta última me encanta porque no solo saben si eres una buena o mala catalana sino que, además, te hacen un estudio psicológico al momento y te diagnostican que padeces de autoodio. A mí el autoodio me parece muy práctico si gracias a él te evitas, por ejemplo, tener que tragarte un concierto de cinco horas con grandes glorias de la canción española como Dyango y Ramoncín o cantantes que cuando yo era pequeña, a principio de los 80, ya consideraba antiguos, de la época de mis padres, tales como Núria Feliu, Marina Rosell, Lluís Llach... En fin, que pasar así una noche de sábado y encima pagar por ello no es lo que yo entiendo por mimarse a una misma así que es mucho mejor tener autoodio, dónde vas a parar.
De todos los insultos, el más inquietante es el de "enemigos de Cataluña", especialmente cuando sale de bocas de personas pagadas con dinero público. J.M. Puyal cita a Jordi Mir en una entrevista que podemos ver aquí para afirmar que actualmente los enemigos de Cataluña se expresan en catalán. ¿Y quiénes son esos temibles enemigos políglotas? La respuesta la encontramos en la inefable Carme Forcadell que nos ilustra en este vídeo: nuestros adversarios son el Estado Español, el PP y C's. Todos los demás ya sí que son pueblo catalán y eso. Entre estos dos partidos suman 746.122 votos, es decir, que entre nosotros tenemos nada más y nada menos que a 746.122 enemigos que andan sueltos. Visto así, da mucho miedo salir a la calle, la verdad. Cada vez que oigo decir que esta señora es la representante de la sociedad civil me dan ganas de ir corriendo a borrarme de la lista de la sociedad civil. Porque sí, la Cataluña actual ha dejado de ser ese lugar abierto y que presumía de modernidad para convertirse en una sociedad taxonomista en la que todo el mundo tiene que estar apuntado a una u otra lista. La última gran idea consiste en un registro de adhesiones a las políticas impulsadas por Mas y ya tenemos una web para recoger apoyos por el famoso "derecho a decidir" (se puede ampliar la noticia aquí) algo que a mí me huele a azufre (dicho registro parece una violación de la Ley Orgánica 15/1999 de protección de datos, cuyo art. 7.4. dispone "Quedan prohibidos los ficheros creados con la finalidad exclusiva de almacenar datos de carácter personal que revelen la ideología, afiliación sindical, religión, creencias, origen racial o étnico, o vida sexual). La iniciativa no debería pillarnos por sorpresa porque en mayo de 2012, cuando Felip Puig era consejero del Departamento de Interior ya creó una web de delación ciudadana que, afortunadamente, cerró al cabo de un mes por las críticas recibidas. Una sociedad cada vez más orwelliana que se asemeja a la distopía descrita en 1984. Lo más gracioso del caso es que estas mismas personas son las que se llenan la boca un día sí y otro también con las palabras libertad, democracia y votar. Desde aquí hago un llamamiento público a los léxicografos del mundo para que realicen un estudio de cuántas veces repiten esas tres palabras los representantes de CiU y ERC. Luego ya vendría otro estudio de ver cómo aplican ellos esos mismo términos. Y si no, que se lo pregunten a Pedro Guerra.