miércoles, 27 de abril de 2011

Los intereses creados

En tanto que faro y guía de la juventud española gracias a este blog, noto como, por ejemplo, se empieza a revitalizar ya el término “chica ye-ye”. Así mismito se lo dije a Arcadi, a lo que me respondió:
-          Yo me veo más generación perdida gallega, que era lo más yonky de la época.
-          ¿Y por qué gallega? ¿Por su proximidad a Portugal?
-          Pues claro, para poder ir a comprar toallas cuando me apetezca. Y me mudaría allí cada año para febrero. El mes del hogar debe de ser un festival. Seguro que las fiestas patronales de Portugal son en el mes blanco.
-          Ay, Arcadi, pero que antiguo me suena lo de ir a comprar toallas a Portugal. Es como cuando la gente se traía el azúcar de Andorra, porque le salía más barata.
-          Sí, sí, era horrible, que se cristalizaba y se quedaba pegada en el azucarero.
-          Y aquellos botes gigantescos de mantequilla holandesa que no había Dios que la untara.
-          Aunque no te creas, que yo soy un poco así pero a pequeña escala. Yo soy capaz de gastar 10 euros de gasolina para ir a un hipermercado que tiene un gel 30 céntimos más barato.
Arcadi es un gran termómetro de la sociedad del momento así que, cuando yo creía que este tipo de prácticas supuestamente ahorradoras estaban en total desuso, descubro que no. Pocos días después de esta conversación, escuché a una jovencita presumiendo de que había traído no sé cuántos cartones de tabaco de Gran Canaria porque era mucho más barato. Espero que, además, la muchacha disfrutara de su estancia en esa isla maravillosa porque si no el tabaco le habrá salido por un pico.

domingo, 24 de abril de 2011

Lo que Elvira ha unido

Elvira Lindo es para mí, además de una de las mejores escritoras y columnistas actuales, un talismán. Son muchas las cosas buenas relacionadas con ella desde que le escribí aquel primer e-mail hace ya unos diez años, por lo que yo mantengo la teoría de que es una persona que trae buena suerte, empezando por ella misma, que convierte en éxito todo lo que toca. Y no me refiero solo a éxito de ventas. En Japón, por ejemplo, acaban de escoger Lo que me queda por vivir como una de las mejores novelas. Además, hay varias pruebas que sustentan mi teoría ya que, sin ir más lejos, al nacer a sus padres les tocó la lotería.

Una de las cosas más entrañables que Elvira ha traído a mi vida es la cantidad de personas que he conocido gracias a ella, personas populares, como Antonio Muñoz Molina, Miguel Poveda y Carmen Ruíz y otras muchas anónimas –Gele Montaño, Jorge Camarlengo, Thomas Haas, Ed de Edimburgo, Teresa Iniesta, Ovidio Paredes, Luis Alarcón, Crístian Oró, Xavi Menós, Leire Escalada…- que, de una manera u otra, ya forman parte de mi vida.
            Este año, mi querida amiga ha venido a Barcelona a firmar libros el día de Sant Jordi, algo que yo me he tomado como un regalo más de cumpleaños porque siempre me da una alegría muy grande verla. Allí llegó ella, con su sonrisa de siempre y ese aspecto aniñado que tanto me sorprendió cuando la vi por primera vez. La acompañaba Xavi Menós, con esos brazacos con los que cualquier hombre o mujer sueña con ser abrazado. Pero el día me deparaba aún más sorpresas. Pude ver también en persona a Javi Giner, a quien conocía de los muros facebookianos de la red lindista. Y aún faltaba lo más increíble. Cuando salía de una tienda de modas –porque las intelectuales, hartas de gastarnos dinero todo el año en libros, el día de Sant Jordi nos tiramos a otro tipo de consumismo- me encontré cara a cara con Iker García. Iker es vasco y estaba en Barcelona de visita. No nos conocíamos personalmente y aún así, al encontrarnos entre las miles y miles de personas que en ese momento inundaban las calles, nos reconocimos. Esta Elvira…

jueves, 21 de abril de 2011

Agradecida y emocionada


Yo soy la típica que dice salgo solo un ratito a tomar algo y vuelvo pronto a casa y me dan las mil por ahí. También en los últimos años siempre decía que quería algo sencillito para celebrar mi cumpleaños, un encuentro en casa con los amigos más íntimos y al final se montaban unas fiestas que acababan cuando llegaban unos simpáticos policías a decirnos que no eran horas. Este año, como no quiero enturbiar mis, por fin, armónicas relaciones vecinales, decidí celebrar tan entrañable fecha en el Bar Calders, mi bar preferido desde hace un mes, cuando descubrí que tenían Spritz en su carta -ver “A lo Paris Hilton (con bomberos al fondo)”. Además, su terraza, situada en un pasaje, con sus macetas en las paredes y todo, hace que te sientas como en un pueblecito del mediterráneo en pleno centro de Barcelona y, además, la comida está realmente rica. Entre eso y que después de las fiestas la casa se queda hecha un asco, me dije a mí misma “no hay más que hablar” y cité allí a mis amiguitos que son los que siempre salen en este blog (Marie Lou, mi prima, Angelita, Julen, Sebas, Arcadi) y otros que no conocéis como Natalia, Iker, Pilar y Gabi.

Antes que les diera tiempo de abrir la boca, pedí una ronda de Spritz para todos porque a mí me gusta que a mis amigos les gusten las mismas cosas que a mí. Y eso es lo bueno de que sea tu cumple, que te dejan hacer todo lo que quieres sin rechistar. Tras cenar ensaladas y pizzetas –deliciosa la de peras con gorgonzola- y deleitarnos con coulants de chocolate con helado, decidimos ir a tomar algo por ahí. Yo propuse pasar un momento por mi casa para descargarme un poco de peso. Arcadi me había regalado una botella de sifón vintage a fin de que pueda preparar los Spritz con cierto glamour porque hasta ahora vengo utilizando soda en envase de plasticazo que compro en el super. Y sí, es un regalo precioso, comprado en un anticuario, pero pesa bastante. Y nos fuimos todos para mi casa. Para qué. Que si voy a sacar esas cervecitas bávaras que tengo, que si venga trae el portátil que vamos a ver unos vídeos en Youtube, que ya que estamos vamos a poner un poquito de música… Ya no salimos de allí y al final mi celebración acabó en fiesta del pijama. Me sentí como si acabara de cumplir 18 años.

lunes, 18 de abril de 2011

Sorpresas te de la vida

Hace once años, la Semana Santa cayó en las mismas fechas que éste y yo fui a Sevilla. En el tren, el silencio se esponjaba y yo pensaba en esa vida que llevaba, que se parecía tanto a la que había diseñado en mi imaginación, pero que me hacía tan profundamente infeliz. Estos pensamientos se disiparon al llegar a Sevilla, tan radiante y luminosa en el mes de abril, que de tan bonita me parecía un decorado teatral. Yo contribuí al espectáculo con el traje negro que me hice confeccionar por mi tía Chencha y con mi peineta y mi mantilla. El día que lucí dicho atuendo resultó un día tan feliz que, al acabarlo, hubiera deseado que volviera a empezar de nuevo.

Aquella Semana Santa cumplí los años en Sevilla. Pasaba por el puente de Triana, dispuesta a disfrutar de la Madrugá, cuando dieron las 12. Como siempre estoy dispuesta a creer en los buenos augurios, pensé que aquello era algo realmente auspicioso y que, sin duda, mi realidad se iba a transformar como por arte de magia, que los astros iban a estar de mi parte. En cierta manera, eso fue así. Pocos meses después, sin apenas pensarlo, le di la vuelta a mi vida como a un calcetín y me fui dejando en el horno esas lubinas que ya nadie se iba a comer. Una no se aleja de su pasado solo por cerrar una puerta y arrastrar una maleta hasta la estación de tren, pero eso lo descubrí más tarde. Entonces no sabía de todos los planes que nunca se iban a realizar ni de todos los momentos duros, durísimos, que me esperaban. Pero tampoco sabía todas las sorpresas maravillosas que me aguardaban, todos los sueños que sí que se iban a cumplir y aquellos otros que ni tan siquiera me había atrevido a soñar de tan maravillosos pero que también se materializaron.

En la vida hay personas a las que quieres mucho, personas que forman parte de ti y que siempre están a tu lado. En mi vida, además, hay tres personas que, cuando aparecieron en ella, le dieron un giro argumental, la transformaron por completo. Personas sin las cuales no sería como soy hoy. Personas que confiaron en mí y que, como en los versos de Salinas, sacaron de mí mi mejor yo. Esas personas son Neus Carbonell, José Ramón López y Amparo Tusón. Va por ellos.

domingo, 17 de abril de 2011

Una chica ye-yé

El otro día estuve reflexionando con mi querido Paco sobre el concepto ye-ye. Imagino qué debió significar para los jóvenes de aquella España -que llevaba tantos años soportando la negrura y mezquindad de una dura posguerra y de una nauseabunda dictadura- aquellos aires de modernidad que les habían llevado, flotando por el aire, esas dos sílabas que en español no denotan nada pero que connotan alegría, frivolidad y despreocupación. Y también liberación para la mujer que podía, por fin, aparecer más descocada sacudiéndose así toda la pazguatería de chica decente que había impuesto el nacionalcatolicismo.
Mi abuela decía de sí misma que era una abuela ye-yé. En aquella época ya no se usaba el término ye-yé pero a lo que ella se refería era que, a diferencia de otras abuelas, no iba vestida con las ropas de un triste luto perpetuo sino que llevaba vestidos estampados de alegres colores. También usaba el término cuando me hacía algún regalo bonito y no las consabidas mudas y toallas para el ajuar con las que nos  las que nos amargaron muchos cumpleaños y Reyes a las pobres niñas de los 80. Y supongo que también se consideraba ye-yé porque abrazaba todo lo que consideraba moderno y novedoso y porque su mente era muy abierta. Por ejemplo, yo jamás la oí juzgar a nadie. Ella trataba con igual amor a las personas que a los animales y que a las plantas y por eso no es de extrañar que todos en la familia buscáramos su compañía, que los perros y gatos andaran siempre a su alrededor y que las flores le crecieran preciosas.

Para mí ye-yé significa música y bailes divertidos; chicas guapas con vestidos y peinados bonitos; chicos jóvenes y disfrutones. Ganas de vivir y de pasarlo bien. Creo que en esta época en la que tanto se habla de crisis, guerras, desastres naturales y de los insultantes privilegios que tienen unos pocos a costa de todos los demás, estaría muy bien que se revitalizara el término ye-yé y todo lo que conlleva. Y, sin lugar a dudas, si yo me tuviera que definir de alguna manera, diría que soy una chica ye-yé.

sábado, 16 de abril de 2011

Personaje en busca de autora

Debido al gran éxito de crítica y público de este blog, cada vez más gente me dice que quiere salir en él. Cómo si fuera tan fácil. Para ser un personaje literario hay que valer, como para casi todo en esta vida, y se necesita cierto empaque. Jamás he conocido a nadie con mayor determinación para ello que Margherita. Margherita, que no significa pizza o cóctel sino perla o piedra preciosa, como ella misma me explicó nada más conocerla, es una joven profesora de Literatura Hispanoamericana de la Universidad Ca’ Foscari de Venecia. Además de eso, forma parte de un grupo de teatro que, en estos momentos, se dedica a la commedia dell’arte, lo que me resulta realmente fascinante. Pero nada de esto es suficiente para Margherita. Ella lo que de verdad quiere es ser un personaje literario. Dice que es algo que ha tenido claro desde pequeñita y que, una vez, una amiga suya la convirtió en protagonista de un cuento que luego ganó un concurso. No me extraña.

Todo esto lo contó Margherita al conocer a la escritora Eugenia Rico con la que yo había quedado para presentarle también a Valle y Albert, dos colegas más del Departamento de Iberísitica, y cenar en un restaurante en el que preparan los mejores Spaghetti alla Pescatora que he probado en mi vida. Eugenia, por supuesto, no se pudo resistir y le dijo que sí, que claro que la iba a convertir en un personaje de su próxima novela. Mientras, los demás contemplábamos la escena con arrobo, conscientes de nuestra fortuna por ser testigos de semejante situación unamuniana. Y todo esto con Spritz en el cuerpo, que aumenta esa sensación que te da Venecia de estar flotando, como si todo en esta vida, incluida una misma, fuera ligero. Margherita se tuvo que ir a ensayar pero, antes de eso, se fundió en un emocionado abrazo con Eugenia pues no sucede todos los días eso de que personaje y autora se encuentren. Y en el aire, suspendida, quedó una cierta nostalgia.

Echo de menos Venecia, como echo de menos a Eugenia y a todas esas personas que me trataron tan bien cuando estuve allí. Imagino que para eso bebo Spritz, no para olvidar sino, precisamente, para recordar esa adorada ciudad que es, a su vez, un personaje literario. Como Margherita.

miércoles, 13 de abril de 2011

Las Américas

Mi prima, que se va a Estados Unidos. Hala, a hacer las Américas, como las folclóricas. Y yo le digo que guay, que menuda experiencia y que lo importante que resulta dominar el inglés hoy en día. Pero la verdad es que me da mucha pena. Pena porque no podremos vernos tanto y pena también por toda la gente que está emigrando. Vivir en otro país puede ser una gran experiencia vital y una invitación a profundizar en otras culturas y, por supuesto, todo el mundo está en su derecho de hacerlo. El problema es cuando tantas personas se ven obligadas a irse porque aquí no ven expectativas de ningún tipo. Mi prima se va a alojar en casa de nuestra amiga Marta, una brillante científica a la que, tan pronto como presentó su tesis doctoral, se la llevaron para allá como a muchos otros investigadores. O como se van a Alemania tantos jóvenes que aspiran a trabajar en algo acorde con su formación porque aquí el paro juvenil es ya del 40%.


Mi prima no va a viajar en 1ª como esos eurodiputados a los que tan generosamente pagamos sino en turista y con un billete comprado con la máxima antelación posible para que le salga baratito. Y es que empezar una nueva vida en otro país requiere un gran esfuerzo, entre otras cosas, económico. Por no hablar de los otros costes. Y no es que en otros lugares estén para tirar cohetes. Una buena prueba de ello es el libro de Stéphane Hessel ¡Indignaos! que, con su llamamiento a la insurrección pacífica, se está conviertiendo en todo un fenómeno. Pero es que en España las cosas pintan realmente mal, especialmente para los más jóvenes aunque, afortunadamente, las cosas se empiezan a mover y muchas personas ya hemos firmado el manifiesto de “Juventud SIN futuro” (http://www.juventudsinfuturo.net/search/label/Manifiesto) y hay convocada una manifestación el 15 de mayo que espero que sea multitudinaria porque una juventud sin futuro significa un país sin futuro. Y no creo que debamos permitirlo.
Mi prima está muy ilusionada con los preparativos del viaje y ya se ve paseando con Julen por esas calles que él afirma conocer como la palma de su mano, pese a no haber estado nunca, por la de veces que las ha visto en las películas. Marie Lou y yo estamos haciendo planes para ir a visitarlos y nos morimos de la risa solo de imaginarnos pidiendo Chinchón en los bares más modernos de Nueva York.

lunes, 11 de abril de 2011

A lo Paris Hilton (con bomberos al fondo)


El otro día invité a mis amigos a merendar. Una excusa como otra cualquiera para sacar mi preciosa "fuente con tapa" llena de repostería y, sobre todo, para ponernos tibios de Spritz. Y así echamos la tarde -comiendo pastitas y venga a beber- Sebas, Angelita, mi prima, Arcadi y yo. Después, con la idea de bajar un poco todas las calorías que nos habíamos metido en el cuerpo, fuimos a pasear, pero lo más lejos que llegamos fue a la terraza de un bar que acaban de inaugurar al lado de mi casa y, aunque parezca mentira, tienen Spritz en la carta. Yo, de verdad que pensaba pedirme un agua mineral, pero, claro, no pude resistirme a ese elixir maravilloso que, antes de mi viaje a Venecia era casi imposible de encontrar en Barcelona y ahora está allá donde voy.


Preocupada por mi desmedida querencia al Aperol, le confesé mis miedos a mi amiga Gele, que me respondió: “mira, si te haces alcohólica, que sea por adicción al Spritz, que todo lo demás está muy trillado y resulta una completa ordinariez”. Me quedé mucho más tranquila, porque ella sabe de lo que habla. Cuando tenía once años se dedicó a beberse todo los culillos de cava una noche de fin de año y le sentó fatal. Desde entonces quedó en la memoria de su familia que esta bebida le caía muy mal así que, cuando ya adolescente, llegaba a su casa como una cuba, decía que había bebido una copita de champán y todo era comprensión por parte de sus padres, en plan “a ver, hija, que yo te sujeto el pelo para que vomites” y esas cosas. Total, que sus progenitores aún piensan que Gele pasó una juventud dorada, más bañada en champán que Paris Hilton y Lindsay Lohan juntas.

Pero los grandes consejos de mi amiga no me han servido de nada, porque ya he cambiado de opinión y dejo el alcoholismo. Por razones que desconozco, prácticamente cada semana pasa por el lado de mi casa algún tipo de carrera o maratón. Esto siempre me había molestado bastante porque me despiertan con sus ruidos y aplausos y, además, cortan las carreteras lo que dificulta bastante la movilidad. Hasta que este domingo, que me levanté a una hora decente y salí a pasear con Román, me encontré con la maratón de bomberos en pleno. Qué alegría saber que estamos tan bien protegidos por esa legión de hombretones de cuerpos atléticos. Total, que me dije: “Se acabó. Me pongo a régimen.” Porque una, por mi intelectual que sea, cuando llega el verano quiere lucir triquini y, además, dado el barrio en el que vivo, tengo que salir siempre impecable a la calle, que luego te encuentras este tipo de eventos. Eso sí, espero que ninguna de mis amigas ni de mis amigos gays se enteren de esto que estoy contando, porque ya me los veo invitándose a desayunar todo los domingos en mi casa bajo cualquier excusa y eso no, que me estoy a plan.

sábado, 9 de abril de 2011

Don't blame Belén Esteban

Arcadi y yo estamos en crisis. Y todo por culpa de Belén Esteban. Desde el primer momento en el que nos conocimos, teníamos claro que éramos almas gemelas. Para mí, él es uno de los hombres más guapos e ingeniosos del mundo y yo, para él, soy un icono de inteligencia y elegancia. Y luego, que hay cosas que unen mucho, como que los dos estamos dispuestos a defender el tul a muerte. No sé, cosas que no puedes compartir con todo el mundo, como la firme creencia de que la sencillez y la naturalidad están sobrevaloradas. En fin, que estábamos convencidos de estar hechos el uno para el otro. Hasta que se me ocurrió escribir una entrada sobre Tele 5 (vid “El retorno”) y la gente empezó a escribir comentarios en mi blog y también se organizó un debate de alto calado en mi muro de Facebook. Todo el mundo criticaba la telebasura y yo, por supuesto, les daba la razón.

Poco a poco me di cuenta de que se iba creando un espeso silencio entre nosotros hasta que, por fin, le pregunté que qué le pasaba. Él me dijo que no entendía cómo se había generado tanto espesor alrededor de algo tan simple y facilón y que él era un gran defensor de la telebasura, hasta el punto de que, en su época de estudiante universitario, obtuvo un 9,5 por un trabajo en el que defendía “Gran Hermano” y “Crónicas Marcianas”. Arcadi señaló, además, que este mundo está lleno de injusticias, como que esté bien visto ser listo y feo y mal visto ser guapo y tonto, cosa que él no acaba de comprender, y que en la televisión no todo tiene que ser cultura, que también tiene que haber espectáculo y que la Telebasura es siempre una gran fuente de innovación formal. Y que ya está bien que se ponga a parir según qué tipos de programas y, sin embargo, se defienda que el fútbol es cultura (bueno, ahí algo de razón tiene).
En fin, veremos en qué acaba todo esto, porque al final me veo tragándome cada día “Mujeres y Hombres y Viceversa”.

jueves, 7 de abril de 2011

Okupas de alto standing

Frente a mi casa hay un edificio de pisos de alto standing que llevan dieciocho años acabados pero que nunca se han puesto a la venta. Este verano, unos jóvenes, a los que les alabo el gusto, lo okuparon. Siempre había sentido curiosidad por ver aquellos pisazos de lujo y he de confensar que sentí cierta envidia por mis nuevos vecinos. La verdad es que me daban ganas de alquilar mi piso e irme con ellos pero veía algunos obstáculos. En primer lugar, odio las reuniones y no estoy dispuesta a pasarme la vida de asamblea en asamblea y, en segundo, con qué cara me levanto yo, en una okupa, a las seis de la mañana y explico que me voy a trabajar para perpetuar el sistema capitalista. Ya me veía a mi misma diciendo que me iba de after y cambiándome de ropa en el coche. No me parecía plan.
El caso es que me moría de ganas por cotillear cómo eran esos pisos por dentro así que cogí a mi Román -un perro siempre te abre muchas puertas en el mundo okupa- y para allá que me fui. La casa se llama "La Rimaia" y se consideran una Universidad Popular. Lo cierto es que está muy bien: tienen una biblioteca, se regalan libros que otras personas no quieren y ofrecen una gran variedad de talleres de idiomas, yoga, caricias... Hacía tiempo que tenía ganas de aprender alemán y, como "gratis" es una de mis palabras preferidas, pensé que era una buena oportunidad para ir a meter las narices.

El viernes siguiente, a las seis menos cinco, me planté allí con mi carpetita bajo el brazo. Después de un rato de espera, le pregunté a la chica del bar por las clases de alemán y ella me contestó que aún era temprano. Ante mi cara de sorpresa -pasaban ya más de diez minutos de las seis- añadió que siempre empezaban más tarde de la hora prevista. Normal, son okupas, no van a estar sujetos a esas formalidades. Al poco llegó el profesor, un joven alemán que traía consigo a otros dos paisanos como ayudantes. Los tres eran muy monos, que es lo que tiene el pueblo alemán, que además de ser buenos para las ingenierías, suelen ser bastante guapos.
La clase fue muy interesante así que, en cuanto salí me puse a cantar sus excelencias entre mis amistades y lo estupendo que era dar clases sobre un suelo de parquet y poder pasear libremente por todos aquellos metros cuadrados de alto standing. Arcadi, en cuanto se enteró de que estudiaba alemán en esos pisos de lujo, dijo que él también quería venir. He de aclarar que Arcadi ya tenía cierto contacto con el mundo okupa. Una vez fuimos a una fiesta y, mientras bebíamos cerveza caliente de lata, él dijo que le parecía muy bien la casa y que todo aquello era estupendo, pero que le faltaban las copas Manhattan para los cócteles. Marie Lou me preguntó qué tenía que hacer para apuntarse y yo le contesté, "pero mujer de Dios, qué te vas a apuntar, si son okupas. Tú vas allí y ya está". Mi prima dijo que ella también venía, que no se quería perder por nada del mundo vernos a los tres con nuestros estilismos en la casa okupa. Vamos, porque no cobran nada por sus clases y talleres pero, si no, sería para que me hicieran precio, a mí no me digan.

lunes, 4 de abril de 2011

Algo pasa con Mari

Mi mejor amiga es para clonarla y donarla a la ciencia. Trabaja a jornada completa en un instituto, tiene una hija pre-adolescente y dos gemelos y estudia Antropología con notas excelentes. Y siempre la ves tranquila y sonriente. Nunca la he oído gritar a sus churumbeles ni quejarse -a diferencia de la mayoría de madres que conozco- del trabajo que dan. De hecho, en nuestros veinte años de amistad, nunca la había oido quejarse de nada. Hasta el otro día. El otro día me dijo que ya no podía más, que está pensando en buscar alguna alternativa a su empleo actual. Se me cayó el mundo encima. Ella es para mí como un faro en la Costa Brava que ilumina tanto las noches de tormenta como las de calma. Ella no se puede venir abajo. Ella no.
Algo funciona muy mal en esta sociedad cuando alguien de su generosidad y entereza; alguien que ha puesto todo su ilusión en formarse y en dar clases; alguien que cree en la educación porque sabe, por experiencia propìa que puede transformate la vida a mejor diga que quiere abandonar.

El abatimiento de mi mejor amiga me produjo rabia. Rabia contra una sociedad que no aprecia el valor de la enseñanza, que deja que los mejores profesionales se desgasten desbordados por una situación cada vez más complicada y que, a cambio de un esfuerzo cada vez mayor, solo reciben más horas de trabajo por menos sueldo. Eso sí, no he visto jamás a ninguno de los que se ganan la vida con la política, sin llenarse la boca con eso de que la educación es prioritaria. Pero sus palabras suenan ya tan falsas como el consabido "compañeros y compañeras" porque el nuevo gobierno de la Generalitat ha bajado la ya de por sí insuficiente partida presupuestaria dedicada a Educación.  Se proponen reducir, por ejemplo, el gasto en calefacción y limpieza. Creo que pretenden, con esa medida, reducir, de paso, el gasto en Sanidad. Deben de pensar que los jóvenes de hoy son unos flojuchos que siempre están enfermos y que con más frío y más suciedad a su alrededor se fortalecerán sus sistemas inmunológicos y dejarán de saturar los CAP y las Urgencias.
Y hoy hemos tenido que desayunarnos con la noticia de que cinco mil maestros interinos pueden perder su puesto de trabajo. Definitivamente, algo pasa. 

domingo, 3 de abril de 2011

El retorno

El viernes, después de años sin hacerlo, vi Tele 5. Ya hacía tiempo que observaba en Facebook grupos de fans de Paqui “las coles” y, por la tarde, Arcadi me había retransmitido en directo, por el chat, el desmayo de la nueva estrella mediática. Odio que mis amigos se hagan fans de cosas que yo desconozco y no poder escribir nada en los muros así que, Spritz en mano, me dispuse a ver cómo andaba el patio catódico. Y me quedé estupefacta. Afortunadamente, puede ir comentando todo lo que sucedía con mi amiga Ana –bendito Whatsapp- a quien una baja maternal la ha llevado a tirarse a este tipo de programas.

Y es que entré por la puerta grande. Mi retorno a Tele 5 coincidió, nada menos, que con el retorno de Belén Esteban que, según se repitió hasta la saciedad, llevaba veintisiete días sin asomar la nariz por allí. De la llamada Princesa del Pueblo –yo soy, afortunadamente, de un pueblo republicano- no voy a comentar nada porque creo que ya está todo más que dicho. Lo que más gracia me hizo fue que, en un momento de lucidez, exclamó “si es que llevo diez años diciendo lo mismo”. Pues sí, eso es absolutamente cierto. Lleva una década explicando las mismas cosas pero, al parecer, eso que no le importa ni a la productora que la contrata ni a ese público que la jalea al hacer o decir cualquier grosería.

A mí, lo que realmente me impactó, es que durante la publicidad vi un anuncio sobre un programa que protagoniza una médium y se dedica a hablar con el espíritu de algún ser querido de alguien que va al plató. Así, con total naturalidad, como si fuera lo más normal del mundo. Desgraciadamente, en mi estado de aturdimiento no pude retener ni el nombre del programa ni el día y hora de emisión así que ruego que si alguien conoce estos datos, me los haga saber escribiendo un comentario.


Y, por fin, puede ver a Paqui “las coles” que, según Arcadi, es la sucesora de la Esteban pero en versión aún más Hardcore, si cabe. La muchacha, vestida y peinada por su peor enemiga, se dedicó a soltar una serie de incongruencias que no entendí del todo bien y a burlarse de un exnovio suyo al que llamaba “Uni”, por tener un solo testículo, y Argamboy (eso no sé por qué). También dejó de caer un trozo de uña (!) sobre la mano de Jorge Javier Vázquez para demostrar que su desmayo de la tarde, al que todo el mundo se refería como “parraque”, había sido real (?). Esto me dio un poco de asquito, la verdad, pero he de decir que esta chica tiene un mérito indiscutible: tras verla a ella, la Esteban parece fina y elegante. Me sentía casi como viendo a un clásico.

viernes, 1 de abril de 2011

Etiqueta

- Arcadi, tengo un problema.
- Dime.
- Que me han invitado a una no-boda y no sé cómo vestirme.
-¿Qué es una no-boda?
- Pues nada, una compañera de trabajo que conoció a uno en el Meetic y ahora se van a vivir juntos y lo celebran. Es el domingo al mediodía, en su nuevo hogar, y han contratado catering y orquesta así que, con esas coordenadas, no sé qué ponerme.
-Triquini, siempre triquini.
- ¿Con este frío?
- Pues te pones el abrigo de pieles encima y cuando llegues al sitio te lo quitas y te quedas con el triquini, las sandalias de tacón y el bolso. Maravillosa.
- Arcadi, yo no tengo ningún abrigo de pieles.
- Pues te haces uno de filetes, a lo Lady Gaga.
- ¿Cómo quieres que me haga un abrigo de filetes si soy vegetariana?
- Ay, hija, pues de anchoas. 
- Es que le pregunté a ella que cómo me vestía y me dijo "guapa". Y nada, ni una indicación de etiqueta, ni un dress code ni nada de nada.
- Pues triquini, ya te lo he dicho, que queda adecuado en cualquier ocasión.


 Y así andamos todos, como vaca sin cencerro, sin pautas de comportamiento en estos tiempos que corren. Y lo de la ropa, con todo, es relativamente fácil. En Barcelona, con tal de no arreglarte demasiado, casi seguro que aciertas. Recuerdo un fin de año que pasé en Sevilla y me parecía una gran boda gigantesca porque todos los chicos llevaban americana y corbata. En Barcelona solo se visten así los vendedores de El Corte Inglés y los de los bancos. Pero, a lo que iba, que los protocolos en las relaciones, con lo rápido que cambian las nuevas formas de comunicación, suponen un gran esfuerzo. Imagínate decirle a alguien, a estas alturas, que lo quieres agregar al Messenger, que queda ya puro vintage. O que  te piden tu PIN y contestas, con asombro, que cómo se le ocurre pretender acceder a tu móvil. En fin, complicadísimo. No entiendo cómo, entre todos los libros de autoayuda que inundan nuestras librerías, no hay ninguno para lidiar con todos estos temas. Estoy por escribir yo uno. Seguro que me forro.