Mi mejor amiga es para clonarla y donarla a la ciencia. Trabaja a jornada completa en un instituto, tiene una hija pre-adolescente y dos gemelos y estudia Antropología con notas excelentes. Y siempre la ves tranquila y sonriente. Nunca la he oído gritar a sus churumbeles ni quejarse -a diferencia de la mayoría de madres que conozco- del trabajo que dan. De hecho, en nuestros veinte años de amistad, nunca la había oido quejarse de nada. Hasta el otro día. El otro día me dijo que ya no podía más, que está pensando en buscar alguna alternativa a su empleo actual. Se me cayó el mundo encima. Ella es para mí como un faro en la Costa Brava que ilumina tanto las noches de tormenta como las de calma. Ella no se puede venir abajo. Ella no.
Algo funciona muy mal en esta sociedad cuando alguien de su generosidad y entereza; alguien que ha puesto todo su ilusión en formarse y en dar clases; alguien que cree en la educación porque sabe, por experiencia propìa que puede transformate la vida a mejor diga que quiere abandonar.
El abatimiento de mi mejor amiga me produjo rabia. Rabia contra una sociedad que no aprecia el valor de la enseñanza, que deja que los mejores profesionales se desgasten desbordados por una situación cada vez más complicada y que, a cambio de un esfuerzo cada vez mayor, solo reciben más horas de trabajo por menos sueldo. Eso sí, no he visto jamás a ninguno de los que se ganan la vida con la política, sin llenarse la boca con eso de que la educación es prioritaria. Pero sus palabras suenan ya tan falsas como el consabido "compañeros y compañeras" porque el nuevo gobierno de la Generalitat ha bajado la ya de por sí insuficiente partida presupuestaria dedicada a Educación. Se proponen reducir, por ejemplo, el gasto en calefacción y limpieza. Creo que pretenden, con esa medida, reducir, de paso, el gasto en Sanidad. Deben de pensar que los jóvenes de hoy son unos flojuchos que siempre están enfermos y que con más frío y más suciedad a su alrededor se fortalecerán sus sistemas inmunológicos y dejarán de saturar los CAP y las Urgencias.
Y hoy hemos tenido que desayunarnos con la noticia de que cinco mil maestros interinos pueden perder su puesto de trabajo. Definitivamente, algo pasa.
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