domingo, 11 de septiembre de 2011

Días de verano


A pocas horas de la vuelta al cole, recibo un e-mail de mi amiga con unas fotos de este verano, retazos de felicidad. Desde hace años tenemos una tradición, para nosotras sagrada, la de pasar unos días juntas en la Costa Brava. Horas en la playa, bajo la bendición del sol, contemplando -cada vez más de lejos- los juegos de sus hijos, de disfrutar de la belleza infinita de nuestro paraíso particular. Y noches de charlas interminables en la terraza, con esa sensación de ligereza que te da el Spritz.
Dentro de esa tradición estival, cumplimos con nuestro rito de ir de excursión a las diferentes calas y pedirle a nuestro faro que nos ilumine el año porque, para las personas que hemos vivido toda la vida regidas por el horario escolar, el año empieza en septiembre. Y cada año volvemos a admiramos por el milagro la naturaleza que inunda nuestros ojos y nos emocionamos por la gran cantidad de peces que vemos mientras buceamos. Adoro esa sensación de sentirte fundida en el mar, de vivir ese profundo presente.

Existe un proyecto para convertir nuestro lugar de peregrinaje en reserva marina pero la crisis -palabra que ya ha devenido en casi totémica- y la falta de acuerdo entre los diferentes partidos políticos lo han paralizado. Es evidente que la naturaleza nos sobrevivirá a todos pero no estaría de más que le echáramos una manita así que espero  que, finalmente, el proyecto llegue a buen puerto.
Y, mientras tanto, feliz inicio de curso.

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