He
de confesar que soy adicta a todo tipo de masajes, tanto o más que al Sprit –por
cierto, el otro día fui a comprar una botella de Aperol y me regalaron media
docena de vasos con el logo Aperol-Spritz, que ya era hora que tuvieran un
detalle, con la de publicidad que les llego a hacer- y esos masajes incluyen
los de belleza, claro. Me gusta el placer que siento con el masaje así
como los olores y el tacto de los productos que se usan y la música de fondo.
Y, por supuesto, me gusta sentirme bella. Para mí la belleza es algo
importante, tanto la de los demás como la mía. Y entiendo que esa belleza surge,
sobre todo, de una vida lo más acorde posible a lo que somos y cómo queremos
estar en el mundo.
Un amigo colgó en su perfil de
Facebook una de esas imágenes dobles de “sin photshop” y “con photoshop” que
pretenden mostrar lo estropeaditas que están las famosas –el blanco de las
burlas suelen ser, en la mayoría de los casos, la mujeres- sin pasar por la
tecnología. A mí, sin embargo, me gustaba más la foto sin retocar. En esta aparecía una mujer de cierta edad, con arrugas, como es lógico, y bastante
bella. En la otra, una cara de muñeca de porcelana engastada en un rostro
anciano. Seguí mirando la página web de donde la había sacado y era uno de esos
catálogos de los horrores que ha llegado a perpetrar la cirugía (supuestamente)estética
en muchas personas, mayoritariamente mujeres otra vez. Es decir, que muchos hombres –cirujanos,
dueños de clínicas- están ganando mucho, muchísimo dinero a costa de la
inseguridad de muchas mujeres, inseguridad que se refuerza por el bombardeo de
imágenes falseadas en las que adolescentes simulan ser mujeres mayores o en las
que lo que percibimos como una mujer son en realidad varias –en cine y
televisión las piernas pueden ser de una, la cara de otra, las manos de una
tercera…- y, como guinda final, los polvos mágicos del photoshop. Y, por supuesto,
mucho de la sociedad de consumo en juego: dietas personalizadas, un interminable catálogo de productos
adelgazantes, gimnasios, cremas, centros de estética, tiendas de ropa…
Una de las cosas más estúpidas de la
cultura occidental en la que vivimos es el desmesurado culto a la juventud y el
desprecio a la vejez. El paso del tiempo es algo maravilloso porque implica más
experiencias vividas, nuevos retos, fracasos que nos han enseñado o éxitos que
nos han alegrado, personas amadas, amantes, nuevas vidas. Lo contrario es la
muerte y es, ciertamente, terrible. Por ese, brindo con Spritz por el cumpleaños
de la bellísima Briseida.
"Para mí la belleza es algo importante, tanto la de los demás como la mía."
ResponderEliminar¿Qué signo astrológico eres? ¿Libra?