sábado, 26 de octubre de 2013

La consulta y el voto electrónico

En el informe del Consejo Asesor para la Transición Nacional (CATN) se contempla la posibilidad del voto electrónico para las personas que residen en el extranjero y parece a ser que así lo ha reconocido un portavoz oficial de Joana Ortega, número dos del Ejecutivo autonómico catalán según recoge  El Confidencial http://www.elconfidencial.com/espana/2013-10-13/mas-escoge-una-multinacional-catalana-para-organizar-el-referendum-secesionista_41013/ La empresa seleccionada es Scytl, que se encarga de los votos en línea en 18 de las 20 democracias que lo aplican.
                Resulta cuanto menos curioso que en el informe del CATN ya se contempla, sin citar el nombre, a dicha empresa cuando afirman que “las soluciones tecnológicas actuales para realizar el voto electrónico remoto –en el que una compañía catalana es líder mundial- son tanto o más seguras que el uso de los procedimientos postales” (p. 98. El subrayado es mío). ¿Por qué se señala de antemano a la posible empresa? ¿Se ajusta esto a la imparcialidad y objetividad que se le presupone a un informe de este tipo? Si realmente esto se lleva a cabo, imagino que sería importante ver si se realiza un concurso público.
            Por otra parte, se afirma que este procedimiento es tanto o más seguro que el uso de procedimientos postales. Sin embargo, hay quien cuestiona que esto sea así pues, al parecer, una vez que los datos están en la base de Scytl son imposibles de rastrear. Según Bev Harris de blackboxvoting.org -hablando de su implantación en Estados Unidos- “con la votación Scytl no habrá votaciones. No hay evidencia física alguna. Ninguna cadena de custodia. No hay manera de que el público pueda autentificar la emisión de votos, la cadena de custodia o el recuento”. http://www.drudgereport.com/flash1.htm
Lo de la cadena de custodia del voto resulta determinante: ¿qué garantía nos ofrece esta empresa si no existe tal? Por otra parte ¿cómo actúan los interventores? El argumento es contundente ¿por qué arriesgarse con nada si se pretende ganar en legitimidad?
El Consejo de Europa admite la validez del voto electrónico pero dice que plantea amenazas por lo que un informe de la Comisión de Venecia (2004) apuesta por prevenir la manipulación de datos así como la protección del anonimato contra posibles revelaciones del elector. Otro de los grandes riesgos es, sin duda, el de los hackers y, en concreto, la seguridad de esta compañía se ha visto cuestionada en Estados Unidos. Supuestamente, la Junta de Elecciones y Ética de Washington alentó a intentar hackear el sistema para encontrar fallos y un grupo de estudiantes de la Universidad de Michigan logró hacerlo. Además de esto, el Departamento de Estado de Florida encargó la revisión del software del voto a distancia de Scytl y concluyó que no era seguro. http://kleinonline.wnd.com/2012/01/18/obama-donor-scytl/
Desde luego, el tema del hackeo no parece una cuestión menor. Chaos Computer Club, la mayor asociación de hackers de Europa afirma que cuando el proceso electoral se traslada al interior de un ordenador se elimina el escrutinio público. Ni los votantes ni las juntas electores pueden entender qué está pasando dentro de la máquina ni la forma de análisis de los resultados y, por lo tanto, no pueden ser verificadas. Añaden, además, "sabemos demasiado sobre los ordenadores, para dejarlos los ultimos restos de la democracia". http://wahlcomputer.ccc.de/
            Finalmente, la legislación española no contempla el voto por internet así que si esto se acaba aplicando bajo la ley electoral española estaríamos ante una situación jurídicamente dudosa. Sin duda, en democracia la transparencia es imprescindible y más aún en una consulta tan controvertida como la de que estamos hablando. Estaremos atentos.


Nota: Este artículo fue publicado en  Crónica Global (17-10-13) 

sábado, 5 de octubre de 2013

Legalidad y legitimidad

“Si quieres que algo salga adelante, encárgaselo a una persona; si quieres que se eternice, crea comisiones”. Artur Mas parece emplear a fondo esta máxima porque desde que empezó su segundo mandato, más que gobernar, lo hemos visto formando los más variopintos grupos de trabajo y ya hemos perdido la cuenta de las cumbres que ha convocado. Quizá lo que mejor ilustra la cita inicial es el de la constitución del “Pacto Nacional por el Derecho a Decidir”. Bajo tan rimbombante nombre se dieron cita el pasado 26 de junio una cuarentena de entidades (cabe recordar que la suma de las subvenciones de todos ellas desde el 1 de enero de 2011 hasta ese día era de 64.179.266 euros) y algunos de los grupos parlamentarios, con la excepción de PSC, PP y C’s. Tal multitud se reunió en el Parlamento, se hicieron varias fotografías y todo lo que se sacó de aquello –además de salir en los medios, claro- fue la decisión de que encargarían a Joan Rigol que escribiera una declaración constitutiva. ¿Una cincuentena de personas y todo lo que logran es mandar escribir un texto a otro? Vaya, no se puede decir que sean precisamente eficaces. Desde entonces, nunca más se supo de ese famoso Pacto que tuvo su momento de fama warholiana a principios de verano. Ahora parece que se van a volver a reunir. A ver si esta vez les cunde un poco más el tiempo.
El Consejo Asesor por la Transición Nacional
            Luego ya pasamos al Consejo Asesor por la Transición Nacional, graciosamente apocopado CATN. Podemos ver que hoy en día, si algo no lleva la palabra “Nacional” no es nada.  Aquí la cosa ya tenía un poco más de enjundia porque dicho consejo está formado por expertos de primer nivel. Estos trabajaron bastante más que los del Pacto y el 25 de julio evacuaron un informe de unas 200 páginas con todas las opciones legales y “legítimas” para conseguir la independencia. Pero, ¿eran necesarias trece personas para llegar a esas conclusiones? Sin lugar a dudas, no. De hecho, ya lo había hecho Joan Ridao, jurista y doctor en Ciencias Políticas, en su libro Podem ser independents? (RBA, 2012) que lleva en el mercado cerca de un año. Conclusión, mucho ruido y pocas nueces.
Legalidad vs legitimidad
            En dicho informe resulta cuanto menos curiosa la separación entre legalidad y legitimidad. Según nuestro ordenamiento jurídico, el pueblo soberano es el español y es el único que puede tomar decisiones tan importantes como la que se plantea en un referendo secesionista –es, sin duda, en esa línea en la que se enmarca la Declaración de Soberanía del Parlamento, para poder reivindicarse como demos frente al demos español- así que, de entrada, desde el punto de vista del Derecho Constitucional, lo que se propone parece ilegal. ¿Quiere decir esto que todas las vías están cerradas? No, por supuesto que no. Se puede intentar pactar con el Gobierno alguna opción. Estas negociaciones no son, de entrada, fáciles y, ni mucho menos, rápidas, pero es que si alguien está realmente comprometido con un proyecto de esta envergadura no puede precipitarse. Cuando hay dos posturas enfrentadas se necesita de habilidad para conseguir llevar el agua a tu molino y eso requiere de tiempo, quizá incluso de mucho tiempo. Por eso resulta llamativo que en el informe se insista una y otra vez en que el proceso no puede alargarse. ¿Cómo que no? ¿O es que el plan es que se hace lo que yo digo o rompemos la baraja? Así, mientras que por una parte se dice que es necesario respetar las reglas del Estado de derecho (p. 49), pronto se advierte de que si el Gobierno no se aviene a aceptar lo que se propone, pues nada, nos olvidamos de la legalidad y vamos a por la legitimidad que viene dada, entre otras cosas, por su peculiar visión de la historia (p. 31). De hecho, se dice literalmente que no es necesario intentar las cinco vías previstas aunque estaría bien intentar más de una (pp. 57-58). La sensación que queda tras leer este texto es que alienta a realizar un par de propuestas para que se vean las intenciones de negociar –sobre todo de cara al exterior- y después de la negativa recurrir ya a la legitimidad.
En todo caso, no parece de recibo que ciertos políticos catalanes se permitan reivindicar la legitimidad frente a la legalidad. Cierto que lo de la legalidad no suena demasiado atractivo y que queda muy bonito eso de la voluntad del pueblo por encima de todo, pero la realidad es que no es posible la democracia sin el Estado de derecho. Si seguimos esa máxima de que la voluntad del pueblo está por encima de las leyes, damos por hecho que una hipotética Cataluña independiente estaría libre de constituciones -¡no tendría sentido!- así que, por ejemplo, el “pueblo” de, pongamos, el Valle de Arán, que tiene una lengua y, por lo tanto, una cultura propia, también podría independizarse y lo mismo los tortosinos, convencidos de su peculiaridad. En este sentido, cabe recordar las palabras de Stéphane Dion en su 2ª carta abierta: es una contradicción pensar que Canadá es divisible y Quebec no (vid enlace).
Cuestión de tiempo
Volviendo al informe del CATN, quizá esta coincidencia con ciertos políticos catalanes en lo que se refiere a la legalidad y la legitimidad tenga que ver con que todos sus miembros oscilan entre la simpatía por la independencia y la más ferviente militancia. Resulta poco coherente que las mismas personas que se llenan la boca con lo de la “radicalidad democrática” creen una comisión nada plural cuando la pluralidad es una de las condiciones necesarias para la democracia. Con respecto a este sesgo ideológico, llama la atención que esta serie de expertos, a los que se les presupone el rigor metodológico, no incluyan el índice de participación cuando hablan de las consultas soberanista realizadas entre 2009-11 (p.40), quizá porque el dato, en este caso, no resulta demasiado legitimador. En Barcelona, por ejemplo, votó el 18% de la población pese a que las urnas estuvieron en las principales calles de la ciudad durante nada más y nada menos que cuatro meses.
Así, el informe es descaradamente tendencioso y, aunque no es el objetivo de este artículo su análisis detallado, baste señalar que, pese a que consideran que no es necesaria una mayoría absoluta ni un índice mínimo de participación, si gana el “sí” este triunfo sería irrevocable mientras que en caso de que el “no” fuera la opción vencedora  la consulta puede volver a repetirse y para esto si se tiene en cuenta lo ajustada que haya sido la victoria (p. 132). Más sorprendente resulta aun, si cabe, que se aconseje realizar la consulta antes que la de Escocia para que el resultado no afecte al proceso. Claro que lo mismo podrían reclamar los escoceses, que ya tienen la fecha pedida. Y, por si a alguien aun le queda alguna duda del sentido de estas afirmaciones, días después de hacerse público el informe, ERC afirmó que la consulta se tenía que realizar antes que la de Escocia, no vaya a ser que el resultado perjudique al “sí”. Dicho esto, resulta cuanto menos curioso que poco más de un mes después de entregar el informe, Carles Vives Pi-Sunyer, Presidente del CATN, afirmara en una entrevista en “El matí de Catalunya Ràdio” “Nos estamos fijando mucho en el 2014 y es posible que el 2014 no podamos hacer todavía esta consulta porque nos la impidan”. ¿En qué quedamos?

 Evidentemente, en Cataluña ya nadie aspira a la ecuanimidad ni a que las diferentes sensibilidades estén representadas de forma equitativa en ningún aspecto de la vida pública. ¿Alguien se imagina que los medios públicos y subvencionados catalanes dedicarán la mitad de su tiempo a cada una de las posturas? Pues bien, ese sería un requisito sine qua non para que la OSCE pudiera avalar el proceso. Pero claro, el simple hecho de que este organismo internacional se presentara aquí para controlar el buen funcionamiento ya sería un milagro porque, como han repetido hasta la saciedad todas las instancias internacionales, se trata de una cuestión interna española. Y es que, por más que se empeñen en internacionalizar el conflicto, la realidad es que el “Derecho a Decidir” no tiene más cobertura que la de una especie de Derecho Natural inventado que solo existe en la imaginación de quienes lo proponen.

Artículo publicado en Crónica Global el jueves 26 de septiembre de 2013